miércoles, 17 de agosto de 2011

Día 21 (no puedo dormir...)

Durante la comida T no dijo nada. Y yo tampoco. No sabía qué decirle, ni por qué estaba así. Pero estaba tan rara...

Después de los postres, se levantó sin decir nada y fue a por mí. Me cogió la mano y bajamos las escaleras hasta el recibidor. Allí, un robot trajo una silla donde me hizo sentarme, y otra para ella, que situó justo delante de mí. Entonces sonrió, por fin. Su estado de ánimo era reflejo de una creciente ansia. Me dijo que en una semana aproximadamente (por que, ya se sabe, aquí el tiempo no existe) llegarían los juguetes y está realmente nerviosa. Parte de su nerviosismo también lo tengo yo ahora.

La cuestión es que me llevó al recibidor por un motivo concreto. Iba a presentarme a alguien, o tal vez debería decir algo, no lo sé. Algo que iba a ser mi ayudante durante los juegos aunque... Podría convertirse también en un peligro para mí. Es normal que cuando dijo eso se me erizase todo el cuerpo, ¿verdad?

A un chasquido de T una gran puerta, de esas que permanecen ocultas a la vista, se abrió. Gran, no, enorme, gigantesca, colosal. Y de su interior apareció eso... ¿Él? No sé cómo definir a una criatura como aquella. Un lobo. Pero no un lobo corriente. Era un lobo gigantesco, tanto que estaba segura de que podría montarme encima suyo. Un lobo gigantesco con unos gigantescos dientes, y estoy segura que son trementamente afilados, pero tampoco quise, ni quiero, comprobarlo.

Kai es su nombre. T me hizo acercarme a él con cauleta para dejar que me oliese. Al principio gruño. Pero ella, haciendo un alarde de esa fuerza que no tiene, le dio un golpe en cuanto lo hizo. El animal gimió y volvió a olerme. Clavó sus ojos en los míos. Un escalofrío me recorrió... aún tiemblo al recordar esa mirada.

En fin... Este será mi compañero ahí fuera. No directamente pero, si alguna vez me meto en un problema serio, será él quien venga a ayudarme. Además, me dijo que será el acompañante de quien nos de las instrucciones de los juegos... Pero eso me lo explicará mañana. ¿Qué será esta vez?

martes, 16 de agosto de 2011

Día 21 (nervios, muchos nervios)

Funciona. La llave funciona.

Hoy, después de no sé cuantísimos días, he salido al exterior. El aire aquí es cálido, cargado de sal. En el exterior sólo se escucha el sonido de las olas y, quitando algún sonido de la jungla... Nada más. Silencio. Paz. Por ello he tardado bastante en reaccionar.

T no ha querido acompañarme. Se ha quedado dentro, mirando desde un monitor todos mis movimientos. Dice que no le sienta nada bien estar en el exterior. Dos robots me han custodiado hasta fuera y, hasta que no han llamado mi atención, me que quedado embelesada mirando el exterior. 

Después simplemente he tenido que pasar la muñeca por un pequeño lector. La puerta no es visible. Toda la fachada de la Torre es idéntica: blanca. Sin ningún detalle. Y hasta la tercera planta no hay ni una sola ventana. Por eso tengo que memorizar bien dónde está el lector. Si no, cuando T me reclame, no podré entrar dentro.

Por que sí: en cuanto lleguen los juguetes, tendré que irme fuera. Vivir fuera. En la jungla. Realmente me empieza a asustar todo esto, pero... Se lo debo a T. ¿Verdad?

Marcho a comer... A ver qué otra conversación extraña me depara.

Día 20 (...)

Al fin puedo coger un lápiz...

Hace muchos días que no escribo. ¿La razón? He estado todos los días entrenando, desde primera hora de la mañana hasta primera de la tarde, con un pequeño parón para comer. La rutina por las tardes era más relajada: un rato de descanso y masajes para calmar el cuerpo, explicaciones acerca de los Nucus y después cenita con T. Cada día. Me parecía un poco aburrido escribir cada día lo mismo, así que...

Básicamente los entrenamientos han sido saber sobrevivir en diferentes situaciones: animales salvajes atacándome, desprendimientos de rocas, falta de vívieres... No sé, un poco de todo. Supervivencia cien por cien. Y en cuanto a las clases, si es que se podrían decir así, me han parecido bastante interesantes aunque... Espeluznantes.

Al parecer en la isla de T ya vivía gente antes de que ella llegase. Los Nucus. Una tribu salvaje muy aislada en el mundo, por lo que muy involucionada en comparación al resto. Los puntos que más claros me ha intentado dejar T son que su gran fe religiosa es su punto más peligroso. Realizan sacrificios a su diosa, Samara, de la cual no me ha quedado muy claro de dónde ha salido... Pero la cuestión es que son pacíficos. Hasta que tocas sus cosas.

Y bueno... En general, este ha sido el plan. Hasta hace un par de días. Aquella mañana, no me vino a despertar ningún robot, sino la propia T. Estaba sentada en el cómodo sillón que hay junto a la cama, mirándome con una sonrisa. Una bandeja llena de cosas deliciosas para desayunar me esperaba en la mesilla. Recuerdo que antes de que me incorporase, T acarició mi muñeca izquierda con una mirada muy extraña...

Horas más tarde y tras una bonita y relajada mañana juntas, T me llevó a un lugar al que no había llegado nunca: el sótano. Es un lugar espeluznante... ahora entiendo por qué nunca me llevó ahí abajo. Elementos de tortura, elementos químicos y esa maldita camilla...

Me hizo sentar ahí, con dulces palabras para tranquilizarme, explicándome todo el proceso. Durmió mi mano, pero me dejó despierta para que lo pudiera ver todo. En unos minutos el frío bisturí empezó a rasgar mi muñeca. Un alarido de asombro se me escapó, a pesar de que no sentía nada de nada. Abrió una pequeña raja por la que introdujo una diminuta placa de metal. A continuación cerró la herida de una manera perfectísima.

Cuando se pasó la anestesia empezó a dolerme muchísimo la muñeca, tanto que no he podido hacer nada con la mano. Hoy al menos empieza a calmarse... ¿Y para qué todo esto? Lo que ha introducido T en mi muñeca es una llave. La única entrada a la Torre reaccionará ante esta llave. El chip, por así decirlo, se ha expandido bajo mi piel, dejando una marca oscura en ella en forma de código de barras.

Mañana iré a probar si funciona. Y en apenas unos días, el juego empezará...

domingo, 14 de agosto de 2011

Día cuatro (noche, antes de ir a dormir)

¡No me lo puedo creer!

Ha sido tan escalofriante, terrorífico, tan... tan.. ¡Emocionante! Aún siento mi cuerpo vibrar por culpa de la adrenalina. El robot me llevó hasta la sala del pantano (es decir, el de la piscina gigante). T ya estaba ahí, sentada en su sillón y con una sonrisa en la cara. Con un gesto me invitó a que me desvistiera y me metiera en el agua, como si aquello sólo fuera un entrenamiento de natación más.

Pero estaba muy equivocada.

Cuando no llevaba ni 5 minutos en el agua, algo empezó a moverse detrás mío. Intrigada, intenté averiguar qué era sin detenerme. ¡Y menos mal que no lo hice! Un grupo de pirañas famélicas iban pisandome los talones. Un grito de terror se escapó de mi garganta. Por dios, estaba a punto de ser deborada. Creo que nunca he nadado tan rápido como en ese momento.

Desde la orilla, T iba siguiéndonos el paso sentada en su sillón, que se movía a igual velocidad. Tras dejarme unos minutos a mi aire para ver cómo reaccionaba ante tal acción, empezó a darme instrucciones sobre qué hacer para escapar de los bichos. Me gritaba que recordase el funcionamiento de aquel estanque. En un primer momento no entendí que decía, hasta que caí en la cuenta: aquél era un estanque climatizado con aguas cálidas, pero había una zona, bastante pequeña, en la que una corriente de agua helada lo cruzaba de lado a lado.

Sin pensarlo ni un momento empecé a nadar hacia allí y vi, con un gran alivio, como aquellos peces se daban media vuelta. A medio camino un robot les lanzó carne cruda y pude ver cómo saltaban y se peleaban por aquél trozo de carne que perfectamente podría haber sido mi abdomen.

Y después, otro entrenamiento más. Esta vez contra un grupo de jabalíes. Como no tenía armas tuve que ingeniármelas para subir a un árbol. Escogí a propósito uno lleno de grandes frutos, que empecé a lanzar con fuerza a los animales. Por supuesto, unas simples frutas no iban a ocasionarles ningún mal. Pero a pesar de que su motivo de perseguirme no era un hambre atroz, sino un enfado provocado por los robots, el hecho de que los alimentase les calmó y optaron por irse.

Así, de peligro en peligro, he ido pasando la tarde. Ha sido muy emocionante, la verdad. Nunca, al menos no desde que tengo memoria, me había sentido tan bien, tan.... Viva.

Día cuatro (después de la merienda)

Tengo un pequeño descanso antes de volver al juego para merendar, así que aprovecho para escribir mientras me termino las últimas galletas y rebaño el poco zumo de mango que me queda.

El día ha sido más o menos igual que los dos anteriores. Entrenamiento y más entrenamiento... Aunque algo cambiará a partir de ahora. T me ha comentado que visto lo bien que me desenvuelvo en cuanto a entrenamiento físico se refiere, me va a enseñar otras cosas como cazar, defenderme de los animales o algo acerca de algo llamado "nucus" que no he llegado a entender muy bien qué es.

También me ha vuelto a hablar sobre los juguetes que están por llegar. Ha empezado a decir un montón de nombres, edades, nacionalidades sin ton ni son, como si yo pudiera entender algo de lo que dice. Al parecer es una colección bastante grande. Empiezo a estar muy intrigada con el asunto, espero impacientemente el día de la llegada de esos juguetes y que empiece el juego de verdad.

Ha llegado uno de los robots de T a buscarme. ¡Empieza la fiesta!

Día tres (noche cerrada)

Al fin encuentro un hueco para ponerme a escribir...

Estos dos últimos días han sido realmente agotadores, aunque T dice que para una persona normal habrían sido mucho peores, yo me siento desfallecer. Según sus teorías yo debo ser ese tipo de persona que se pasa la vida haciendo deporte y lo único que ha conseguido fatigarme ha sido este parón tan largo mientras me recuperaba. Y ciertamente, hasta que mis músculos han dicho basta, me lo he pasado bien. Realmente bien.

El entrenamiento, o los juegos, como ha empezado a llamarlos T, se basaban principalmente en aprender a escalar, saltar largas distancias, correr a la mayor velocidad posible, nadar... Todo dentro de la Torre. Las plantas intermedias del edificio son reproducciones exactas de zonas selváticas; piscinas enormes donde poder nadar durante varios kilómetros, cantidad de árboles a los que trepar... No sé, es todo muy extraño.

Y así han sido estos dos últimos días. Ayer estaba tan agotada que cuando llegué a la habitación de T me fui derecha a la cama, sin pararme a escribir. Hoy, tras un riquísimo batido energético que me ha preparado ella, me he sentido lo suficientemente recuperada como para ponerme a escribir.

Me pregunto dónde estará T ahora... Cada noche me deja quedarme en su espaciosa habitación y se marcha, sin decirme a dónde. Esta mujer es demasiado buena conmigo...

sábado, 13 de agosto de 2011

Día dos (primerísima hora de la mañana)

El sol está empezando a salir, y yo no puedo dormir.

Estoy muy nerviosa... ¿Qué será lo que pasará hoy? No tengo ni idea. Estoy sentada en la cama de T, delante de una gran cristalera que tiene vistas a toda la isla. Y más allá, una nada profundamente azul e infinita. ¿Dónde nos encontramos? ¿En qué punto exacto del mundo? Sinceramente no tengo un interés demasiado fuerte en salir de aquí por que, a fin de cuentas, no recuerdo ningún lugar al que me gustaría volver. Pero aún así, la sensación es algo claustrofóbica...

Me he despertado hace unos minutos por culpa de una pesadilla. Al abrir los ojos me ha parecido ver a T plantada a los pies de mi cama, observándome con sus fríos ojos azules... Pero no fue más que una ilusión. La cuestión es que en mi sueño había fuego. Llamas por todos lados. Y muchas voces que gritaban desesperadas. Pero no había nadie. Tan sólo estaba yo.

De pronto las voces se callaban y empezaba a escuchar un tintineo muy fino, lejano, por encima de mi cabeza. Extendía los brazos y de ellos empezaban a salir plumas, que convertían mis extremidades en bellas alas de color azulado que me impulsaban hacia los cielos. El tintineo estaba cada vez más cercano, pero el humo del fuego no me dejaba ver nada. Hasta que lo vi brillar. Un cascabel. Colgando del cuello de alguien que no logré diferenciar, el pequeño objeto bailaba de manera hipnotizante.

Entonces todo se desmoronó. Un montón de voces empezaron a gritar mi nombre y el portador del cascabel, unido al coro, extendió sus brazos hacia mí para agarrarme cuando, de súbito, alguien cortó mis alas y empecé a caer. Justo en ese momento grité algo. Un nombre. Pero tan sólo recuerdo que empezaba por M... ¡Maldita memoria!

Una vez envuelta en llamas otra vez, alguien me recogió. A su paso las llamas se apartaban y me dejaban respirar apoyada sobre sus cálidos brazos. Una versión fuerte, sana y aún más agradable, si cabe, que la T de verdad, me llevaba en brazos por todo el paraje hasta la Torre, donde me decía que descansara en su cama mientras ella se quedaba a los pies de mi cama, observándome con una mueca extraña en el rostro. Seguramente por ello la imaginé después de ese mismo modo, ¿no?

Tal vez ese sueño ha sido un intento de mi subconsciente por hacerme recordar algo de mi pasado. Pero, sinceramente, no entiendo nada de ese sueño. Sólo sé que estoy terriblemente cansada y que ya me están trayendo el desayuno. Se avecina un día largo...

Día uno (por la noche)

Aquí el tiempo es realmente relativo. No hay relojes, ni calendarios. T no cree que sea realmente importante conocer el momento exacto que se está viviendo, sino conocer qué es lo que se está viviendo. T me ha comentado hace un rato, mientras cenábamos, que ya sabe cómo podré devolverle el favor. Lo cierto es que no he terminado de entender demasiado bien su propuesta, pero la deuda que tengo con ella es tan grande que no creo que la pueda rechazar.

La cosa es que me ha comentado algo acerca de unos juguetes que estaban al llegar. Aún tardarán, pero la he notado muy excitada con el asunto. Ella, que normalmente está callada y me deja hablar siempre a mí, hoy no había manera de que callase. Pero me ha resultado muy agradable verla de esa guisa, me ha parecido muy adorable.

Así pues, a partir de mañana vamos a iniciar un entrenamiento (así lo ha llamado ella) para prepararme para la tarea que tendré que desempeñar para saldar mi cuenta con T. Aún no sé de qué se trata, ni qué tendré que hacer, pero todo es poco para alguien que te ha salvado la vida, ¿verdad?

Día uno (como no sé ni qué día es...)

Queridísimo diario,
al parecer a partir de ahora voy a tenerte para poder escribir todo lo que ocurra en mi vida. Y para ello, supongo que tendré que empezar a explicártelo todo desde el principio. Mi nombre es Alice. Y ya está. No recuerdo nada más acerca de mi pasado, ni mi apellido, procedencia... Nada. En mi mente hay un gran vacío que no soy capaz de llenar de ningún modo.

Mi nombre es Alice y estoy en una isla "desierta", o al menos lo parece en un primer momento. Ahora mismo estoy en la Torre, donde vive T. T es... algo así como la señora del lugar. Esta isla y todo lo que hay en ella le pertenece. ¿Por qué estoy aquí? Ambas nos lo preguntamos. Supuestamente, T me encontró hace cosa de un mes o dos en la playa. Bueno, ella no, por que no puede salir del edificio, pero sí uno de sus robots...
Ella me acogió sin conocerme de nada. Me curó y rehabilitó hasta que recobré por completo la salud. Exceptuando un único aspecto: no fue capaz de devolverme la memoria. Realmente es una mujer increíble... Cualquier otra persona al ver a una persona desconocida en su propiedad me hubiera dejado ahí tirada a merced de mi destino... O algo mucho peor. 

La cuestión es que estoy encerrada en esta isla. Podría irme, pero... Tampoco sé a dónde. Además, me siento en deuda con T, ya que no he podido compensarla por todo lo que ha hecho por mí. Incluso me ha regalado esto, el diario que tengo ahora mismo en mis manos y donde estoy escribiendo. Era su propio diario, pero arrancó todas las páginas para que yo lo pudiera utilizar. Así, si por un casual volviese a perder la memoria, tendría algo que me hiciera recordar.

Es la hora de cenar, así que seguiré escribiendo después.

martes, 9 de agosto de 2011

El diario

Lu, Kate y Ken estaban consternados ante la visión de Alice, encogida sobre sí misma en un rincón de la caseta del árbol. La griega, respondiendo a los impulsos que la llevaban a cuidar de aquella joven, se lanzó derecha a por ella para calmar su llanto. Mientras tanto, Ken y Lu empezaron a investigar por aquella caseta. ¿Cuanto tiempo haría que estaba construida? ¿Y si Alice vivía allí, por qué no les invitó nunca? Podrían haberse ahorrado muchas horas de dormir a al interperie. 

Pero algo les llamó súbitamente la atención. Entre un montón de dibujos en los que podía verse a Alice con la malvada T en muy diversas situaciones, destacaba un libro de tapas rojas. Ningún título lo adornaba y, al aproximarse, Lu pudo ver que se trataba de un diario. Ken empezó a recoger todos aquellos papeles desparramados de cualquier manera hasta acercarse a su joven compañera para observar el diario.

Se notaba que alguien se había dedicado a arrancar varias hojas del principio. En la cara interior de la tapa se veía escrita con perfectísima caligrafía el nombre de Alice, acompañado de un borrón del que no se podía diferenciar ni una vocal. La caligrafía interior, en cambio, era bastante peor, como si quien la escribiera no fuera la misma persona que la del nombre.

Pasaron unas largas horas clamando a Alice que al final, con muchos mimos de Kate, accedió a acompañarles hasta la capilla que el Padre Claudio y Cross estaban construyendo. Una vez al amparo de un refugio y con la muchacha plácidamente dormida en brazos de Kate, el grupo comenzó a leer la historia de su extraña compañera, relatada de su puño y letra en aquellas páginas.