jueves, 6 de octubre de 2011

Día 29 (presentaciones y desesperación)

Preferiría seguir encerrada en la torre de T poniéndome en peligro sin sentido cada día en las salas de entrenamiento que seguir aquí con esta gente.

Finalmente me acerqué a ellos algo titubeante. Antes de salir del cobijo de los árboles, intenté armarme de valor, coger fuerzas para mantener el tipo y no desmoronarme delante de ellos. Ese es mi papel. Soy su guía. Si no actúo de manera más fría, todos morirán.
Los gritos de los tres despiertos han empezado a hacer que el resto se fueran despertando poco a poco. He esperado a que todos estuvieran en pie y hubieran leído la nota para acercarme. Tal vez debería haber esperado un poco más pero… Si yo me encontrase en la situación me gustaría contar con alguien que pudiera intentar al menos explicarme qué demonios está pasando.

Las teorías que se barajaban en el grupo han sido varias. Un programa de televisión, un accidente aéreo o náutico, un sueño colectivo, una especie de castigo, tal vez una hipnosis… Y todos con una misma esperanza: un próximo rescate. Ha sido entonces cuando me he decidido a aparecer. Supongo que mis palabras no han sido lo más alentadoras que podían ser… Sin pensarlo dos veces, me he acercado al grupo y les he soltado “nadie va a rescatarnos, tan sólo podemos salvarnos nosotros mismos”.

La gente se ha callado. Se me han quedado mirando, tan diferente a ellos, tan segura… Si supieran que tan sólo es una fachada… ¿Quién eres tú? ¿Por qué sabes tanto? ¿Por qué no estabas en playa? ¿Qué, cómo, cuando… por qué? Y yo sin ninguna respuesta.

He intentado tranquilizarlos, intentando mantener el orden. Lo he conseguido, sobretodo gracias a un hombre algo mayor que yo, que más tarde se presentó como Greb. Poco a poco el ánimo de la gente se calmó y todos se sentaron intranquilos, esperando que les constase cómo volver a sus vidas… Si lo supiera…

Entonces empezaron las presentaciones. Como es lógico no me he quedado todavía con todos los nombres… Veamos…

El más jovencito de todos se llama Lluís, y viene de España, igual que los dos que Emilio, que es el otro muchacho que se levantó. El tercero de los primeros en levantarse es Heiji, que está convencidísimo de que esto es un castigo por nuestros pecados… Ese hombre me da algo de miedo. Luego está Greb, el que me ayudó a calmar a la gente, que parece muy afable y buena persona… ¿Quién más? Había dos chicas; Michelle y Susanne. La primera es bastante joven, quizá tenga dos o tres años más que yo, y la segunda es, a mi parecer, la más mayor de todo el grupo; debe tener unos 35 o 40 años. Finalmente había otro joven, que por aspecto parece casi un niño pero cuando abre la boca se le nota la edad… Si Heiji me da mal rollo, éste no sé lo que me da. Permanece todo el rato callado y ha estado apartado de todos todo el rato.

Este tipo tan sólo ha dicho dos cosas en todo el día. “Vamos a morir” y su nombre, “John Doe”. ¿Es posible que alguien más sepa cosas?

Después de saber más o menos quiénes éramos cada uno, Greb y Emilio han animado al personal diciendo que si nadie iba a venir a rescatarnos, deberíamos rescatarnos nosotros mismos, al menos temporalmente. Así que de una manera muy organizada se han dividido diferentes tareas como conseguir madera, comida y, quizá, información.

Nadie más ha hecho preguntas. Nadie más ha dudado de mí. La necesidad de sobrevivir ha parecido apartar de todos la necesidad de saber… De momento.

Día 29 (despertar)

Aún es por la mañana. Estoy en la playa del oeste, la Playa de la Media Luna, o eso me dijo T. Hace un rato uno de los robots me ha traído una pequeña mochila con un mensaje holográfico de T: no puedo enseñársela a nadie. En su interior había un mapa, una brújula, un cuchillo, algo de comida enlatada, una manta… ¿Y por qué no puedo enseñárselo a los demás? ¿Es que ellos no tienen derecho a sobrevivir en la isla?

He intentado comunicarme con T a través del robot, pero éste me ha ignorado completamente y se ha largado dejándome con la palabra en la boca. ¡Joder! No entiendo nada de nada.

Empiezo a ver movimiento en la playa… Me acercaré sigilosamente y me quedaré observando desde un árbol a ver qué ocurre.

[Un rato más tarde]

Se han despertado tres. Los dos que se ven más jóvenes y uno algo más mayor con barba. No recuerdo sus nombres. Todos al levantarse se han mirado aturdidos, como es normal, sin saber dónde estaban. Uno de los chavales, el del pelo negro, ha empezado a gritar que si todo esto era una broma. Los otros dos se han mirado extrañados y han tardado en ver la nota pegada al árbol. Cuando lo han leído, el ánimo del más joven se ha contagiado a sus compañeros.

El resto de personas siguen dormidas, inconscientes o en el estado que sea que han llegado a la isla. Tal vez debería acercarme a ellos y echarles un cable o algo…