Preferiría seguir encerrada en la torre de T poniéndome en
peligro sin sentido cada día en las salas de entrenamiento que seguir aquí con
esta gente.
Finalmente me acerqué a ellos algo titubeante. Antes de
salir del cobijo de los árboles, intenté armarme de valor, coger fuerzas para
mantener el tipo y no desmoronarme delante de ellos. Ese es mi papel. Soy su
guía. Si no actúo de manera más fría, todos morirán.
Los gritos de los tres despiertos han empezado a hacer que
el resto se fueran despertando poco a poco. He esperado a que todos estuvieran
en pie y hubieran leído la nota para acercarme. Tal vez debería haber esperado
un poco más pero… Si yo me encontrase en la situación me gustaría contar con
alguien que pudiera intentar al menos explicarme qué demonios está pasando.
Las teorías que se barajaban en el grupo han sido varias. Un
programa de televisión, un accidente aéreo o náutico, un sueño colectivo, una
especie de castigo, tal vez una hipnosis… Y todos con una misma esperanza: un
próximo rescate. Ha sido entonces cuando me he decidido a aparecer. Supongo que
mis palabras no han sido lo más alentadoras que podían ser… Sin pensarlo dos
veces, me he acercado al grupo y les he soltado “nadie va a rescatarnos, tan
sólo podemos salvarnos nosotros mismos”.
La gente se ha callado. Se me han quedado mirando, tan
diferente a ellos, tan segura… Si supieran que tan sólo es una fachada… ¿Quién
eres tú? ¿Por qué sabes tanto? ¿Por qué no estabas en playa? ¿Qué, cómo,
cuando… por qué? Y yo sin ninguna respuesta.
He intentado tranquilizarlos, intentando mantener el orden.
Lo he conseguido, sobretodo gracias a un hombre algo mayor que yo, que más
tarde se presentó como Greb. Poco a poco el ánimo de la gente se calmó y todos
se sentaron intranquilos, esperando que les constase cómo volver a sus vidas…
Si lo supiera…
Entonces empezaron las presentaciones. Como es lógico no me
he quedado todavía con todos los nombres… Veamos…
El más jovencito de todos se llama Lluís, y viene de España,
igual que los dos que Emilio, que es el otro muchacho que se levantó. El
tercero de los primeros en levantarse es Heiji, que está convencidísimo de que
esto es un castigo por nuestros pecados… Ese hombre me da algo de miedo. Luego
está Greb, el que me ayudó a calmar a la gente, que parece muy afable y buena
persona… ¿Quién más? Había dos chicas; Michelle y Susanne. La primera es
bastante joven, quizá tenga dos o tres años más que yo, y la segunda es, a mi
parecer, la más mayor de todo el grupo; debe tener unos 35 o 40 años.
Finalmente había otro joven, que por aspecto parece casi un niño pero cuando
abre la boca se le nota la edad… Si Heiji me da mal rollo, éste no sé lo que me
da. Permanece todo el rato callado y ha estado apartado de todos todo el rato.
Este tipo tan sólo ha dicho dos cosas en todo el día. “Vamos
a morir” y su nombre, “John Doe”. ¿Es posible que alguien más sepa cosas?
Después de saber más o menos quiénes éramos cada uno, Greb y
Emilio han animado al personal diciendo que si nadie iba a venir a rescatarnos,
deberíamos rescatarnos nosotros mismos, al menos temporalmente. Así que de una
manera muy organizada se han dividido diferentes tareas como conseguir madera,
comida y, quizá, información.
Nadie más ha hecho preguntas. Nadie más ha dudado de mí. La
necesidad de sobrevivir ha parecido apartar de todos la necesidad de saber… De
momento.