jueves, 29 de septiembre de 2011

Día 27 (¡Al fin!)


T ha aparecido. Ya era hora, la verdad. Empezaba a sentirme enferma de estar sola, sin nadie con quien hablar ni nada. Incluso me pasé todo el día de ayer sentada en una rama de un árbol con una manada de jabalíes abajo mientras intentaba comunicarme con ellos pero, claro, no me contestaban.

A pesar de mis miles de preguntas, T se ha mantenido callada. No me ha dicho dónde ha estado, ni por qué. Simplemente me ha pedido perdón y ha intentado compensarme con una agradable comida. Espero que no se crea que será tan fácil que la perdone…

Hoy también me ha dicho que no tengo por qué entrenar más. Que descanse, que mañana será un día importante. Parece ser que mañana llegarán sus “juguetes”, y yo podré saldar mi deuda con ella. Pero al contrario de la última vez que me dijo eso, le he pedido que se quede a mi lado. Ha sonreído. Y ha accedido. Así que nos vamos de excursión, como compensación. ¡Luego escribiré qué tal ha ido!

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