T ha aparecido. Ya era hora, la verdad. Empezaba a sentirme
enferma de estar sola, sin nadie con quien hablar ni nada. Incluso me pasé todo
el día de ayer sentada en una rama de un árbol con una manada de jabalíes abajo
mientras intentaba comunicarme con ellos pero, claro, no me contestaban.
A pesar de mis miles de preguntas, T se ha mantenido
callada. No me ha dicho dónde ha estado, ni por qué. Simplemente me ha pedido
perdón y ha intentado compensarme con una agradable comida. Espero que no se
crea que será tan fácil que la perdone…
Hoy también me ha dicho que no tengo por qué entrenar más.
Que descanse, que mañana será un día importante. Parece ser que mañana llegarán
sus “juguetes”, y yo podré saldar mi deuda con ella. Pero al contrario de la
última vez que me dijo eso, le he pedido que se quede a mi lado. Ha sonreído. Y
ha accedido. Así que nos vamos de excursión, como compensación. ¡Luego
escribiré qué tal ha ido!
No hay comentarios:
Publicar un comentario